Seguridad ¿ficticia?
Se nos ha dicho por las autoridades, incluyendo al presidente de la república, que los actos delictivos, en todas sus modalidades, no han aumentado. Sin embargo la percepción es de que esto no es verdad y si han ido en aumento, sobre todo los robos. Por ejemplo, se nos ha dicho que PEMEX se encuentra en una situación desesperante en cuanto a su situación financiera, y según datos de la cámara de diputados los robos de combustibles le costaron a la Paraestatal -de 2009 a 2014- pérdidas por $46,000 millones de pesos. Solo en el año de 2014 fueron 17,000 millones de pesos, lo equivalente a 7.5 millones de barriles de combustible.
Según esta información las tomas clandestinas detectadas en contra de PEMEX se han comportado de la siguiente manera: En el año 2004 fueron 102; en el año 2005 -132; en el año 2006 -213; en el 2007-324; en el 2008 – 392; en el año 2009 – 462; en el año 2010 – 691; en el año 2011 – 1361; en el 2012 – 1635; en el 2013 – 2613, y en el 2014 las tomas clandestinas
subieron a ¡4,219! Si observamos, el comportamiento ha sido exponencial, a pesar de que se legisló para que el delito de robo de combustibles sea grave y que todos los cuerpos de seguridad incluyendo las fuerzas armadas apoyen en el combate a este delito.
Si bien es cierto es que PEMEX tiene 57,000 kilómetros de oleoductos y gasoductos, ahora con los nuevos ductos que se construirán para importar las gasolinas, diesel y gas de los Estados Unidos el problema será mucho más grave.
También debemos tomar en cuenta que en los 379,000 kilómetros de carretera, en los que circulan, pipas y camiones cisternas, los robos a estos combustibles también son recurrentes.
Algo importante es que esta cantidad de combustibles robados no se puede desaparecer en la nada, sino que obviamente se debe tener una red de distribución capaz de absorber estas cantidades en donde el fisco no detecta el movimiento de esas cantidades de dinero, o denuncias por una competencia ilícita. Han llegado a ser tan osados los delincuentes que se han dado casos que a los convoyes del ferrocarril los han detenido a través de actos de sabotaje para robarlos incluyendo el diesel de las máquinas, y, por supuesto, las mercancías que transportan, haciéndolo pandillas de criminales que no tienen temor a las autoridades. Así mismo el robo a cuentahabientes ya se ha hecho algo consuetudinario. Y qué decir de los robos a casas habitación y a negocios a mano armada; también ya se ha llegado al caso de robos en las carreteras a autobuses de pasajeros y, de inclusive, violar a pasajeras. En muy raros casos los ladrones se han podido detener por los pasajeros, arriesgando su vida, y en algunos casos se ha intentado lincharlos. Y es que los ladrones saben que los pasajeros están inermes sin armas pues son revisados al abordar en las centrales de autobuses, quedando como víctimas propicias para esa clase de delitos. Lo que no sabemos es cómo los delincuentes si acceden a los camiones armados, si se supone que son revisados. Habrá ¿complicidad?
Creo que algunas autoridades no están dando los datos correctos de lo que es nuestra realidad en materia delictiva, pues no es posible que arriesguen al presidente de la república a que haga estas declaraciones cuando la realidad está muy lejos de esos datos. La verdad la conoce la sociedad, que es quien sufre en carne propia a la delincuencia y exige que se detenga este fenómeno pernicioso, que no solo ha costado bienes materiales sino en algunos casos vidas, pues no son pocos los sucesos en que al robar a una persona el celular, asesinas a la persona por resistirse al hurto.
Seamos reales: Si las autoridades no pueden detener los robos a PEMEX y a los ferrocarriles, ¿Qué podemos esperar los ciudadanos?